viernes, 16 de julio de 2010

Mi pequeña reflexión sobre Cenicienta en 2010

Alrededor de 1697, cuando Charles Perrault decidió recoger los cuentos orales de la tradición germánica, quizás no pensó que con ello no sólo preservaba interesantes relatos ancestrales, sino, que inmortalizaba las costumbres centroeuropeas del medievo. Las tradiciones y los ritos pervivieron en la vieja Europa a pesar de los siglos y la caída del sistema feudal... De este modo hoy sabemos todo el significado que adquiere en Cenicienta el zapato. Entre otras como la entrega de la mano de la esposa al esposo, pero sin duda una de las tradiciones que más me ha llamado la atención era la entregarle una zapatilla o zapato a la novia. De hecho, el término alemán que designa al marido es pantoffelheld, es decir, héroe de la zapatilla o zapato. Y claro, todos nos remitimos a esa imagen del príncipe buscando a la dueña del zapato entre todas las damas de su reino...hasta que el zapato ajustó en Cenicienta, a la cual desposaría... Y la iglesia sellaría en el rito a través de la siguiente fórmula nupcial: Matrimonium per vos contractum, ego, tamquam minister Dei, confirmo, ratifico et benefico in nomine Patris...

Retomando la idea del que yo cariñosamente denominaré el "Pantoffe"...ese idílico príncipe nos va a calzar para desposarnos y tutelarnos, (bueno afortunadamente ya no nos tutelan), otorgarnos un hogar, un fogaje que diríamos...Y así, pensando en expresiones populares, no me vino otra cosa a la cabeza que la expresión "calzarse a alguien".... ¿no tendrá algo que ver semejante giro?...Tendré que consultarlo con algún filólogo...Y esto no me hace más que remitirme a mis sueños, a esas visiones oníricas en las que vago descalza y libre por diversos lugares, observando y descubriendo...y a veces menudas cosas que encuentro detrás de una puerta... Y lo que es la imaginación, la carga sensorial y racional que conlleva en la actividad cerebral mientras descansamos en esa fase rem...una actividad frenética mientras estamos en lo que se podría denominar un coma inducido por nosotros mismos.

Y es que en el fondo huimos de ser Cenicienta, pero en esa huida acabamos siempre perdiendo el zapato y "Pantoffe" quizás logre darnos caza… supongo que por eso me gustan tanto los zapatos que van atados.

4 comentarios:

  1. Hola.
    Es un placer descubrir tu blog. Este texto ya lo había leído, pero me gusta igualmente.
    Un beso.

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  2. Hola Pablo!!!:
    Gracias. Creo que eres mi primer visitante :), el primer comentario fijo ;) No tengo mucho tiempo por la opo, así que ya colgaré algo inédito. Un beso.

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  3. Yo me arriesgaría a decir que a ti te obsesionan los zapatos en general. Y que, en realidad, aunque los tengas para atar, los desatas para que venga detrás un tío, principesco o no, y... ¡a meterle taconazos! ¡Agresiva!

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  4. Bienvenido a mi blog Dr. Fray.
    Pues no soy yo de "desatarme" mucho, aunque es una afirmación que nos llevaría a discutir distintos puntos de vista. Agresiva sólo soy lo justo y necesario que exige el "guión" y no recibo quejas, al menos de momento ;)

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