martes, 27 de diciembre de 2016

MAGIA INCONTROLABLE, EL MIEDO AL FRACASO DE DOS ALMAS


¿Quién no ha experimentado alguna vez una atracción incontrolable hacia alguien?. Bueno, si aún no lo has hecho espero que te pase, y si no te pasa... pues eso que te queda en el tintero.

A veces, sin esperarlo conocemos a personas maravillosas, su don dura a veces una noche, a veces unas horas, pero nunca la atracción incontrolable es eterna. Yo como mujer he conocido a muchos hombres, pero pocos me han hecho sentir esa atracción inexplicable.

Hace unos años, estando en un bar con un grupo de amigos lo vi a "él". Es esa típica situación que no controlas, entras al resguardo del invierno en un bar y ahí lo ves, no ves a nadie más, y de pronto él tampoco ve a nadie más, sólo te ve a ti. Vuestras miradas se mantienen de una manera que roza la mala educación. Y no escuchas qué demonios te dicen los demás, sólo lo ves a él. Te centras y desconectas la mirada.
A tu alrededor sigues con las chorradas habituales, y de pronto alguien toca tu hombro, un muchacho que te dice: "Hola, me llamo X, me gustaría presentarte a un amigo". Y tú le miras como si de un platillo volante se hubiese bajado el chico. Una mezcla de gracia y asombro, ¿pero aún se usa ese formulismo en serio?, tu jurarías que era 1993 cuando oiste esa pregunta por última vez. Te giras y tus pupilas se dilatan, van a presentarte a la única persona que has visto en el bar al entrar. Casi no puedes creerte tu suerte. Y ahí está él, tu maldito ideal de belleza masculino, te sonríe, le sonríes y sólo sabéis vuestros nombres. Alrededor todos desaparecen porque sólo estáis los dos, él y tú, en medio de la mugre de ese bar. No sabes cuanto llevas charloteando e ignorando a tus amigos cuando estos deciden que se cambia de bar... el clásico de boicotear. Y te oyes decirles que luego te reunes y que les das un toque al móvil, bendito móvil.
Ya no sabes qué hora es, no sabes cómo pero te vuelves a ver con los amigos, que deciden retirar, y tú les indicas que te quedas un poquito más. Te vas al aseo, y cuando vuelves su amigo también ha retirado. Sois del mismo año, el mismo horóscopo, habéis sido víctimas de vuestros ex, casi que opináis lo mismo de la vida y no os podéis creer haberos encontrado.
Acabáis la noche juntos en su coche fundidos en un abrazo que podría calentar el mismo invierno, ¿dónde demonios hemos estado los últimos díez años?. Os habláis casi sin palabras, y la luz del sol os indica que os tenéis que volver para vuestras casas.
Él es de aquí, pero no vive aquí, 476 km. hay entre vosotros normalmente... y ahí maldices tu suerte. No os queréis complicar la vida, no tienes pensado moverte a su otra ciudad.
 Y lo dejas dervanecerse, lejos de ti, no le miras a los ojos, no te dejas dormitar en sus caricias. Lo dejas ir y te envuelves en otros brazos, él se funde en otros labios... y tan sólo os felicitáis la navidad o el nuevo año, sin mucho detalle porque si os volveis a dejar llevar todo se os complicará. No vais a dejar que nadie os rompa la ilusión de aquella noche, que nadie os rompa esa magia que nunca quedará ahogada por la rutina o el desgaste.

martes, 16 de agosto de 2016

Maternidad, ser o no ser...




Tengo 39 años recién cumplidos, siempre he pensado que sería madre alguna vez.
No es ni mucho menos que no haya tenido parejas, todo lo contrario, pero…Mi actual pareja no quiere tener hijos, y no hay más que discutir… yo no puedo obligar a nadie a adoptar un compromiso que no quiere.
Y en este punto de inflexión estoy anclada, estoy en el descuento en cuanto a fertilidad se refiere… ¿debo conformarme y seguir como si nada?, esto no tiene marcha atrás, es una decisión irreversible.
Es gracioso, pero no hace mucho leí como una mujer en mi situación tuvo que tomar la decisión y por amor decidió no tener hijos… Años más tarde cuando ella ya no tenía solución él se marchó con una mujer que sí podía tenerlos, más joven, y formaron una feliz familia… y ella, la que se sacrificó por amor se quedó sola, sin nada salvo sí misma, como un trasto viejo desechado. Porque él quería hijos propios, porque ni siquiera se planteó el adoptar juntos, porque al fin y al cabo él no dejaba de ser un egoísta impresentable cuya única prioridad en la vida era su pene. No deja de tener cierta gracia determinista que yo me encontrase este testimonio, ¿será algo premonitorio?, no sé, no creo mucho en estas cosas pero, quizás, quién sabe.
Yo no quiero ser un trasto viejo, no quiero que dentro de cinco años me dejen abandonada en un basurero por ser yerma, me niego.

Hay que ver qué cosas nos preocupan a las casi cuarentonas, al fin y al cabo también tenemos parte biológica y nos preocupa. Supongo que se me pasará la preocupación, o no, o quizás sea mi carga en los próximos cinco años. Yo que sé, o quizás es que aún todo tiene que cambiar.


lunes, 4 de abril de 2016

Seis años más tarde...




Tengo literalmente abandonado el blog. Sí es cuestión de falta de tiempo, mucho curro y vida social. Es lo que tiene madurar, que entre jornada y jornada usas el tiempo libre para estudiar un idioma, alternar con los amigos y poner lavadoras. La vida es así de dura, sólo me falta un niño para colmarla de obligaciones, y porqué no de más amor y preocupaciones.

Es curioso esto de autoleerse mirando al pasado, como si hubiese pasado toda una vida. Por un absurdo meditar te crees mejor que hace seis años, porque te autoconvences de que has evolucionado tornándote más sofisticada e inteligente. Y al final, no dejas de ser la misma persona con tus grandezas y miserias. Yo no sé "vosotros" (lo entrecomillo porque 6 años de parón con pocos seguidores como que no habrá muchos "vosotros") pero al final miras atrás y no sabes si siempre habrás hecho lo correcto, lo adeucuado, lo más operativo e ineligente en todas las facetas de la vida. A mi me matan los "y si", "y si hubiese respondido x cosa", "y si lo hubiese dejado pasar", "y si no hubiese hecho tal cosa"... da lo mismo, ya no tiene remedio, así que hace seis años me menatalicé de lo siguiente: no puedes cambiar el pasado, sólo el futuro. Y aquí estoy yo en el presente maquinando mi futuro, en un acto inconsciente sin apenas valorar que las circunsancias se encargarán de truncar los planes que trazamos.

Supongo que al final todos vemos el mundo desde nuestra cueva, y desde ella percibimos la realidad distorsionada, y a medida que se secuencia nuestra vida valoramos otros puntos de vista e incluso apreciamos matices de los que no nos percatamos con anterioridad.

Volveré, saldré un poquito de mi cueva y volcaré aquí más ideas.